Respiro agitado en medio de la noche, el aire que todo el día me ha faltado, justo ahora es más escaso que nunca.
¿Desesperación? Si... más que tocar a mi puerta, ha irrumpido en mi ser como una inesperada tormenta,
arreciando con violencia en cada rincón de mi pensamiento, en cada extraño
paraje de mi ser en el que no estoy, pero tú sí... en cada agujero de mi universo
del cual no soy consciente, pero que a ti te pertenece.
¿Qué me has hecho? A decir verdad, nada… tu sólo
existes; pero debo confesar que tu presencia en éste mundo me descontrola;
no porque tu angelical aura me sea desagradable; sino porque aun cuando estás
dentro, en lo más hondo y profundo de mi… a la verdad estás lejos.
Si... miles
de kilómetros nos separan, ello sin mencionar el millón de obstáculos que el
camino nos presenta. Lejos, sin que pueda yo hacer nada para traerte a mi lado
o amarrar mi existencia a tu vera… Lejos, guardando siempre la esperanza, convenciéndome
de que cada día más en el que permaneces lejana, es un día menos que esperar
por tu presencia.
Pero, ¿cómo actuar cuando los días se vuelven
semanas, y las semanas meses, y cuando lo notas son los años los que se han
acomodado caprichosamente en nuestra zona de confort sin que podamos hacer nada
más que seguir esperando?
Es justo en momentos como este, cuando la culpa me
golpea, y me lanza dardos cargados de veneno directo al corazón; ponzoña que me
carcome el alma, que me hace sentir miserable a causa de la condición en la que
mis más puros sentimientos te han puesto... Todo porque hasta el día de hoy, lo
nuestro no son más que eso, sentimientos…Promesas en las que creo ciegamente y
a las que te he arrastrado a creer, sin que al sol de hoy me haya sido posible
materializar, así sea brevemente, alguna de mis intenciones.
Justamente esa culpa es la que me obliga a tomar
distancia, a intentar mitigar el enorme daño causado… ¿Cómo?, te preguntarás... Guardando silencio, tragándome todo esto que se acumula en mi pecho destruyendo
mi tranquilidad.
¿Qué sentido tiene seguirte hablando de promesas e
intenciones…de esperanza?, si momentáneamente siento que de eso ya nada me queda…que
la he perdido toda. Prefiero entonces callar, al menos por hoy, alejarme y
sufrir en silencio; soportar mi realidad sin hacerte a ti partícipe de ella, pues por más que lo desee con toda el alma, tú y yo aún estamos en planos
diferentes.
En momentos como este, y sin meditarlo mucho podría
afirmar, que hubiese sido preferible haber amarrado mi corazón al árbol de la
prudencia; para frenarlo, contenerlo, obligarle a callar, pues no hay mayor
vileza que despertar amor en alguien si aquel no habrá de consumarse; pero no
puedo regresar el tiempo hasta aquella tarde de abril… no puedo deshacer lo que
está hecho.
Reitero entonces que prefiero callar, jugar a no
extrañarte, pretender que eso de “necesitar
de ti para vivir”, no es más que una de las tantas hipérboles que los
enamorados inventan.
Me alejo, dejándote en compañía de aquellos a los
que llamas amigos, en medio de sonrisas y ratos agradables que siempre hacen
bien al alma; pues así me muera de celos, aquellos son más reales y más
vigentes en tu realidad que mi presencia.
Me voy a la cama simulando leer un libro, engañando
a mi yo consiente con las letras de Cortázar, mientras mi otro yo, el loco, el
desahuciado, revisa a cada instante el teléfono celular, con la esperanza de
que no hayas escrito, de que la estés pasando tan bien que no me necesites, (y
muriendo a la vez porque me hables y que tu voz sea la droga que alivie el
canceroso dolor que aqueja mi existencia)….
En efecto, no pasa, para mi fortuna o mi desdicha
esta noche ni siquiera has escrito,
entonces mi yo consiente sonríe, imaginando que aún hay esperanza, que
no te hace mal pasar un día sin saber (a la distancia), de mi… mientras tanto
mi otro yo se duele, agoniza, muere lentamente; porque por más que me esfuerce
yo por engañar a mi memoria jugando a vivir sin ti (o más bien sin saber de ti,
pues, siendo crudamente honesto, no te tengo, ni te he tenido), lo realmente
cierto es que no vives a miles de kilómetros de distancia… vives en mi corazón,
tan dentro, tan presente, que negarte a ti, sería tanto como asumir que yo
mismo no existo.
No pretendo que estas líneas sean de tu agrado, ni
que te conmuevan, ni que te hagan pensar en mi de modo diferente; estas líneas
son a la verdad, nada más que mi catarsis*.
*Catarsis: Purificación, liberación o
transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.
Música para este post:
www.youtube.com/watch?v=vyT-oGDnMqE
www.youtube.com/watch?v=ZipBw9l3ESI