viernes, 9 de diciembre de 2016

La primera versión...



Era una noche cualquiera, de esas en la que el rumbo vertiginoso de la vida termina por ahogarte, por someterte a la inercia.

A decir verdad no tenía ganas de nada; el fin de semana llegaba y con él, otro par de días de rutina,  así marchaba todo...hasta que llegó su mensaje.

Que saldríamos con amigos... que ella no quería conducir... que me debía aún un shawarma, que su deuda quería cumplir...

Excusas o no, a la verdad no eran necesarias, yo necesitaba un  respiro, y su invitación era una bocanada de aire fresco...

Me levante de mi cama y me vestí, sintiéndome extrañamente nervioso, extrañamente ansioso.

Una vez en su puerta le vi salir al recibo, descomplicada y radiante, con una sonrisa que me invitaba a sonreír... 

Subimos al auto, y como venía siendo costumbre, yo conducía tratando de no mirarla, y a la vez mirando, procurando que no ella lo notara.

Caminar con ella de gancho al entrar al bar me hizo sentir absurdamente feliz... para ella, era un gesto de cortesía no más... yo mientras, pensaba en el momento que no quería que llegara, ese en el que inevitablemente ella me iba a soltar...

Ya sentados en la mesa, la conversación y la cerveza fluían a la par... y a mi se me alegraba el mundo cada que su mano bajo la mesa jugaba delicadamente buscando mi pierna tocar... 

Yo, a esa altura estaba perdido, no había nada que me lo pudiera evitar, perdido en su risa, perdido en su mirar... no obstante, el camino de regreso a casa estuvo marcado por un  inesperado aire de realidad ...

Ella me hablo de su vida, de sus verdad... de los amigos que había dejado atrás, de las personas que en algún momento significaron mucho para ella y que hoy, no estaban mas...
Y con todo lo raro que pueda llegar a sonar, a pesar de tenerla justo a mi lado, me imagine por momentos en soledad, siendo para ella nada más que un recuerdo... otra historia que contar.

Ya en casa, una botella de vino blanco me invitó a pasar, testigo de nuestras confesiones, de amores y desamores, compartimos miedos y añoranzas de esta vida y la que vendrá...ya para ese momento, yo no podía parar... 

Consciente del torbellino que en mi corazón se armaba...muriéndome de ganas y de miedo a esas mismas ganas, pedí un taxi... había llegado para mí la hora de marchar...

Ella no protestó mi decisión, y yo  entonces supuse que le daba igual...

Quise marcharme, desaparecer... ¿Cómo pude ser tan tonto?...

Hilvanaba historias cursis a u vera, mientras para ella solo era un interlocutor más... alguien útil si se trataba de la noche acompañar... 

Esa y mil ideas mas cruzaban por mi cabeza, cuando al acercarme a despedirme sentí tus labios hundirse en mi mejilla, no fue un beso común, no... fue una tenue pero efectiva señal.

En ese momento apagué la mente, y con ansias busqué en sus labios un beso que me abrigó... Fue allí cuando su beso me encontró... cuando el tiempo se detuvo y en sus brazos me atrapó.

Nunca imaginé el poder de su ser, y aun hoy me asombre sobremanera...
Cómo con el simple contacto de sus labios deseosos, pudo borrar, de mi muy agitada mente hasta el mas mínimo asomo de desencanto...

Y me sentí volar entre sus brazos, perdiéndome lentamente en cada beso, sucumbiendo a una pasión que creí olvidada, que jamás pensé volver a encontrar.

Mi celular vibraba... mi conductor me esperaba a la entrada... abrí los ojos y noté, que el mundo no había dejado de girar, y que el infame tiempo había corrido demasiado, obligándome a aceptar mi momentánea realidad.

Ella me despidió con un beso, y con una frase que con el tiempo sería testigo de nuestra profunda complicidad.  

-Juicioso...- 
Dijo mirándome fijamente después de  de mi mano soltar.

-Siempre...- 
Contesté yo, sin poder contener la enorme sonrisa  con la que me dejaba marchar.








2 comentarios:

  1. "Juicioso" en otras palabras: pórtate bien y no andes de mujeriego, eres mío, bobo.

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  2. No podría pensar en una definición mas acertada.

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