Que
afortunado hombre, es aquel que va cruzando la avenida,
La
vida le ha enseñado, que de nada nos sirve correr, si no sabemos aún a donde
nos dirigimos.
Con
sus lentos pero firmes pasos, ha recorrido un camino que muchos de nosotros,
probablemente no completemos,
Ganancia
es hoy para el, el caminar despacio, porque de muy dura manera aprendió lo que
a muchos nos falta aún:
“La
carrera de la vida, no hay que correrla velozmente, porque es una sola, y mucho
dolor te causará desperdiciarla, se sabio y llegaras feliz a la meta…”
Mírenlo,
como exhibe lleno de orgullo su blanca cabellera,
Porque
con el pasar de los años, ha entendido, que de nada sirven el cuidado y la belleza a un alma sucia y harapienta,
Vanidad
de vanidades es todo en el mundo, y ya habiendo conocido la mayoría de las
cosas, no se puede más que disfrutar lo vivido y ser feliz en plenitud.
Que
no daría yo, por tener esa oportunidad, porque no hay felicidad mas grande que
cargar en brazos al hijo de aquel que una vez estuvo en tus brazos, y hoy te
está devolviendo aquella alegría, aquella sensación inolvidable.
Su
salud no es perfecta, mas esto no mengua su contento, porque en medio de sus
quebrantos ha entendido, que cada día es una bendición, por eso camina lento
Para
disfrutar plenamente de su ración diaria de exquisitez.
Aquel
hombre de lento caminar, al cual muchos de nosotros ni siquiera determinamos,
ha dejado de preocuparse por esta vida vana y ha empezado a disfrutar de su
experiencia; bendecido es este hombre…ojala algún día tenga yo tal bendición