“Así como hay momentos en que la vida cambia en un instante, habrá un momento en que lo que te parecía imposible se tornará un sueño hecho realidad. Todo sucede por una razón, todo ocurre a su debido tiempo.”
Heme aquí, viviendo lo que hasta hace muy poco me parecía
imposible, contemplando en mi futuro tu
rostro junto al mío, y en mi porvenir tu presencia a mi vera.
Heme aquí, soñándote despierto una vez más, sumido en este profundo sentimiento que me embarga, y
remembrando al cerrar mis ojos la grata melodía de tu voz susurrando mi nombre.
Heme aquí, asaltado
una vez más por tus recuerdos, sin el ánimo ni el más mínimo deseo de poner
resistencia, queriendo por el contrario, perderme entera y eternamente en tu
ser, anhelando a cada instante que llenes mi aire con tu aliento y mi vida con
tu amor.
Heme aquí, suspirando al pensarte, mientras el mundo a mi
alrededor sigue su curso; el metro avanza bajo las calles de la ciudad empapadas todas del aire otoñal, y aún cuando voy dentro, parece que hace mucho me he bajado, no
del metro, sino del mundo.
Precisamente en estos momentos, en que del trabajo me dirijo
a casa mi mente se desconecta del mundo a mi alrededor, y me sumerjo en una idílica
recreación de mis momentos junto a ti, momentos que hasta hace muy poco, me parecía
imposible que pudiese llegar a vivir a tu lado, empero, heme aquí, volando
literalmente a tu encuentro.
El largo y tedioso viaje en metro se me hace soportable,
porque aunque no estés, estas!, en mi
mente, en mi corazón, en mis recuerdos,
grabada en mi memoria, esculpida en mi alma, tallada en mi ser.
Justo cuando me percato de que falta solo una estación para
encontrarte, la realidad me atropella, y no te noto, no te siento y piso un
acelerador imaginario que me hace creer que nos movemos más aprisa, ansiando
llegar a ti, para que con un beso me devuelvas en aire que aquí me falta, desespero, enloquezco, alucino…y
así pasan mis últimos 10 minutos de trayecto.
Heme aquí, buscándote desesperadamente entre mil rostros en
la repleta estación central, sintiendo que la vida me abandona, que soy víctima
de una picadura letal, cuyo veneno recorre mis venas dejándome al borde del
abismo, nunca antes temí tanto por mi vida…
Heme aquí, muriendo, desahuciado y desvariante, hasta que a
mi encuentro llegas, y son tus dulces besos el antídoto que alivia el veneno
mortal de no tenerte, el elixir divino del amor verdadero…
Heme aquí, habiendo encontrado en ti la cura a todos mis
males, el remedio a este crudo padecimiento, yo…tengo una enfermedad de ti,
afortunadamente, tú has accedido a ser el remedio y la solución a mi padecer.
Heme aquí…amándote como a nadie nunca amé…y como a nadie
quiero amar jamás!