lunes, 8 de julio de 2013

Confesiones de un amante insomne...

Amada de mi alma:



Estas últimas noches han sido muy largas e intranquilas. 
Diversas y confusas situaciones se han conjugado de una forma casi malvada, a fin de robar de mis ojos el sueño, y quitarle a mi mente el descanso.

Sin embargo, y aún cuando pueda sonarle reforzado o descabellado, hay algo que me está llenando el alma, haciéndome sonreír, soñar, y suspirar, en medio de esta, tan displicente realidad.

Algo que aunque nadie ve, está mas presente que nada, más vigente que nadie. 

Ojalá pudiera yo explicarle con solvencia lo que es, ojalá pudieran mis letras hacerle a ésto un poco de justicia.

Si me apurara usted a explicárselo, le diría que ésto de lo que hablo, es para mí, lo mismo que la música es al compositor; similar quizá, a lo que representa la Justicia para el jurista; cual el dinero es al capitalista, o lo que el gol es al futbolista... (Torpes comparaciones, lo sé, más en mi defensa debo decir, que le advertí lo difícil que me resulta explicarlo).

Digamos, que tal cual el girasol silvestre parece revivir de un eterno descanso, cuando los primeros haces de luz tocan su ser al rayar el alba, así mismo renace este hombre cada vez que su ser me alcanza.

Ese algo que antes se mostraba ante mi tan lejano, y aparentemente inalcanzable, ha tenido a bien mudarse a mi corazón, consiguiendo llenar con su luz y su tibieza, los más recónditos rincones de mi ser, logrando con su melodioso sonido avivar mi espíritu, y hacerme sonreír a un mundo, que antes de tenerle conmigo, no tenía para mí sentido alguno.

He llegado a concluir, que a ésto tan lejano, pero a la vez tan próximo; melodioso, y al mismo tiempo secreto y silencioso; imperfecto, pero lleno de todo aquello que deseo para ser feliz; no puedo sino llamarle AMOR, pues en últimas aquello y el AMOR, son a mis ojos una sola cosa.

No resta sino confirmar, lo que muy seguramente usted ya sospecha; y debo decirle que en efecto la respuesta a su pregunta es: SI; aquella extraña presencia al interior de mi corazón, aquello que últimamente llena mi vida, y a lo que, por indefinible que parezca, decidí llamar AMOR, no es otra cosa que su presencia.

Sepa usted hermosa dama que los latidos de mi corazón cantan la melodía de su nombre, y que aún cuando lejana está de mi su compañía, no es si no su amor lo que me desvela día tras día.