jueves, 9 de julio de 2015

Confesión

"Es irremediable, a veces somos incapaces de hablar y eso no hace sino aumentar nuestro dolor. El verdadero problema es que no conseguimos admitir nuestro fracaso, y no un fracaso concreto. Poco importa de qué tipo sea; la imposibilidad de contarlo nos impide comprenderlo de verdad, afrontarlo, resolverlo y analizarlo. Tenemos tendencia a ocultar esa incapacidad por las razones más variadas nos dedicamos a traicionar, a estar siempre rodeados de gente, a escuchar sus historias o a comprar compulsivamente cosas inútiles. Este caos, este ruido existencial, esta forma de cerrar los ojos, los oídos y la mente se denomina «intento de fuga». Pero es difícil que se pueda seguir así eternamente, tarde o temprano la persona se derrumba, y cuando esto sucede basta una chispa..."   (Federico Moccia, libro "Perdona, pero quiero casarme contigo")






Debo admitir sin pudor alguno que me desconozco, y eso me aterra.

Cada día es más difícil divisar  mi ser frente al espejo, ese, sencillamente no soy yo, o al menos no  el que recuerdo haber sido. De un tiempo para acá no solo luzco distinto, me siento distinto, actúo distinto...

Pudiera decirse que he dejado de sentir sorpresa, que he abandonado el navío en el que lleno de asombro me comía a diario el mundo sin parar mientes a lo que  la mar me mostrase, y en lugar de ello he atracado frente a la espesa selva, adentrándome cada vez más en la espesura, sin la más mínima intención de  volver a ser visto.

No noté mi cobarde huida...
Preferí pensar que para mí no había ya salida...
Y me perdí en la sombra...
Desaparecí en la noche...

Y aunque cómodo a la verdad no me sentía, preferí el exilio, la lejanía de todo aquello que me era familiar, ya nada  quería, ya nada importaba...   "...a veces el dolor te  absorbe tanto, que te resulta casi espontáneo el hecho de alimentarlo...".

Tanto llegué a acostumbrarme a mi destierro, que olvidé las maneras propias de mi ser , y adopté comportamientos de aquellos, que pretendiendo huir del pasado, terminaron perdiéndose en el camino... 

Fue entonces cuando escuchando una canción conocida, la epifanía llegó...  al igual  que muchas otras veces, en forma de canción, porque cuando se aprende a amar la música tiende uno a pensar que las canciones salen a nuestro encuentro porque saben que las necesitamos...

Una tonada sencilla me hizo ver mi realidad... de nada sirve la huida, de nada sirve el vagar.. no hay que perder la sonrisa... no hay que dejar de suspirar... no renuncies a ser quien eres... menos aun si las cosas van mal...  

Decidí entonces salir de mi exilio, volver a andar... saludar a los conocidos... sonreír frente a la mar... 

Una sola vida nos es dada, hay que hacer que cada día sea una historia que merezca ser escuchada!

Música para este post: