miércoles, 12 de abril de 2017

Mi diagnóstico


"Hay instantes en que todo parece posible, y todo puede cambiar, 
en que todo está al alcance de la mano, fácil y bonito...
Pero de repente llega la duda, el miedo a equivocarse y a no haber entendido bien lo que el corazón siente de verdad...y pff... nada... otra promesa fallida..." - Federico Moccia, libro: "Perdona, pero quiero casarme contigo"


Alguna vez alguien dijo: "pensar demasiado en algo, puede llegar a estropearlo", y es ése precisamente mi problema: pienso en demasía.

A muchos les jode la palabra "pero"... yo pensé ser de  esas personas, sin embargo descubrí que se ha vuelto mi perfecta compañera... 

Me repito a mi mismo una y mil veces:  

"-No te atrevas a matar el presente, porque dura muy poco... no lo dejes marcharse mientras piensas en un futuro que no ha llegado, o en un pasado que no regresará..." 

Lastimosamente, y siendo brutalmente sincero, soy muy bueno dando consejos, pero muy malo aplicándolos, y contigo no fue la excepción.

Debo confesar que me abrumó la idea apostar por un "nosotros", me pudo el miedo, me venció la duda.

Me pregunto entonces: ¿Miedo a qué? ¿Que diablos es lo que quieres?

...

En medio de la tormenta de ideas que se gesta en mi cabeza, he decidido parar...dejar de buscar.

Me será imposible encontrar alguien para mí si aún yo mismo no me encuentro... ¿cómo poderme ofrecer a un corazón, si el mío está en reparación?

Mentiría si dijera que no me importas, que  lo vivido contigo ha significado para mí un simple episodio; por el contrario, estar a tu lado me ha llevado a una profunda reflexión: debo aceptar que has sido tú mi punto de inflexión.

Gracias a tí volví a sentir bonito...
A añorar el roce de unas manos...
A cerrar los ojos, y abrir el corazón...

Pero definitivamente tengo que dejar de buscar en los demás aquello que me falta, pues será una búsqueda de no acabar... siempre habrán peros, nunca nadie será suficiente...al menos no, hasta que yo decida afrontar mi realidad.

Usando tus palabras, mi eterna disposición a encontrarle "peros" a todo, me ha vuelto una persona horrible, una persona "...que solo sabe hacer daño", y eso lo tengo que  cambiar.

Me receto tiempo, abstinencia, soledad...








lunes, 10 de abril de 2017

Reencarnando


Tomo sus manos entre las mías, cual tesoro perdido, recién hallado... 

Me fascinan sus historias, su manera tan peculiar de ver el mundo y la vida...

Vida que se pregunta ¿cuantas veces habrá vivido ya? 

Y por inverosímil que parezca, me lo ha puesto a mi a pensar...

Quizá esto ya lo viví, quizá en otra vida nos encontramos, quizá este sea solo un reencuentro... dos almas que han vivido y muerto cientos de veces, encontrándose vida tras vida, amándose efimeramente...

Desvelos


Perder el sueño...
No...
No se pierde lo que no se ha tenido, lo que no nos pertenece.. y ¿a quien engaño?, yo nunca he sido de mucho dormir...

La música se cuela entre las rendijas de la ventana, por el mismo pequeño espacio en que se cuela la luz de la calle, y la brisa de la madrugada... y cada tonada espera una aprobación, cada melodía desea incesantemente hacerte sentir algo, generar al menos una sonrisa...

Hora tras hora, canción tras canción, entre Cepeda y melendi, nuestro mundo giró... eran ya pasadas las tres de la mañana, y ninguno quería dormir... 

¿Perder las horas?
Quizá... 
pero prefiero definirlo como
Perderme en ti...

El reloj


Habiendo cenado, reído, hablado, dormido, suspirado, y vuelto a reír, la miré a los ojos, y susurré lo mucho que me gustaba su risa, solo para verla sonreír una vez más...

Me acerqué a su regazo, y me perdí en el  hipnótico ritmo de su corazón... nada más me hacía falta, nada había ya por desear, ese instante... era perfecto.

De repente se incorporó, y me acusó sin piedad de adelantar los relojes para que el tiempo juntos se fueran más rápido...

Y me besó como siempre, como si la vida se le acabará, como si de mis labios brotara su esperanza...

Me beso con tesón, casi que con angustia, ahogando un grito desesperado, una llamada de auxilio...

Entendí entonces, que aún cuando poco dijera, sus silencios eran muy elocuentes,  y que yo había sido hasta entonces un pésimo lector.

El reloj marcaba las once treinta, yo tenía ya que partir... treinta besos me acompañaron al bajar la escalera, mientras su voz aguda susurró: "juicioso, me avisas al llegar".

Fueron las horas más cortas que he vivido... según los relojes, más de cuatro... según el corazón, solo un par de instantes.

"Quizá si sea posible controlar el tiempo..." (pensé).