miércoles, 4 de diciembre de 2013

Del alba al anochecer...

Zara dio una y mil vueltas en la cama esa noche, por más que lo había intentado no había podido conciliar el sueño; hacía solo unas pocas horas se había despedido para siempre del hombre al que amaba, pero con el que no podía estar…

Dicen muchos que el verdadero amor no conoce fronteras ni obstáculos; que todo lo espera, que todo lo soporta, que a todo puede hacer frente y que nada puede hacerlo menguar; y en efecto, así es.

Empero, se olvidan mencionar que ni la incondicionalidad de ese amor, o lo invencible del sentimiento, ni la grandeza del afecto, garantizan la materialización de las esperanzas de quienes así se aman… es más, en no pocas oportunidades es en nombre de un enorme amor, que los amantes se separan, y ese era su caso, y Sergio, su causa perdida.

Tomó entonces su celular y escribió:

“Ya pronto podré organizar las ideas que quiero escribirte, porque no quiero que salgan tan revueltas y desorganizadas como están en mi cabeza en estos momentos, por ahora solo quiero que sepas que estaré bien, que te he querido como a nadie y que mi cuerpo, mi mente y mi corazón han quedado impregnados de ti...

Cuídate mucho.”

Acto seguido, se tumbó en la cama intentando nuevamente dormir, pero era inútil, era como si su cerebro reviviera a cada segundo, mil y un momentos que llenaban su pecho de un cálido sentir, mientras que su cabeza, a punto de estallar, recriminaba cada una de las decisiones que había tomado hasta ese día… y así se pasó las siguientes dos horas.

De repente algo dentro de sí se movió, y le movió a desahogarse; se sentó entonces frente al ordenador, y recordando algo que alguna vez quizá leyó, o escuchó en alguna parte, (no sabía bien), escribió lo siguiente:

-Cuenta una leyenda china la historia de dos amantes que jamás logran reunirse... Se llaman Noche y Día...

En las horas mágicas del atardecer y el amanecer, los amantes se rozan y están a punto de encontrarse, pero nunca sucede, (dicen que si prestas atención puedes escuchar sus lamentos y ver el cielo teñirse del rojo de su rabia).

 La leyenda afirma que los dioses tuvieron a bien concederles algún instante de felicidad y por eso crearon los eclipses, durante los cuales los amantes logran reunirse y hacer el amor...

Tú y yo también esperamos nuestro eclipse, ese mismo que nunca se dio, y que ya no se dará; pues hemos comprendido que ya nunca volveremos a encontrarnos, que estamos condenados a vivir separados... que somos como el día y la noche.

Debes saber, que aunque no pueda verte ya… aunque mis palabras ya no te puedan tocar, y tus latidos sean ajenos a mi clamor, habré de amarte por siempre…- 

Suspiró muy profundamente, intentando ahogar el llanto que le sobrevenía, y presionando un botón envió el mensaje sin dudarlo, sin pensarlo… haciéndolo más para sí, (como una forma de hallar la paz), que para él, pues tenía la extraña certeza de que no recibiría ninguna respuesta; pero para su sorpresa, y sólo unos segundos después de haber enviado el mail, él le respondió diciendo:

 -Ahora entiendo claramente el
 por qué los eclipses son, tan mágicos...
Maravillosos…Tan esperados…

Entonces  siempre serás mi Noche...-

Ella, en medio de un gemido inaudible, sonrió… justo como sonríen las mujeres enamoradas; al tiempo en que una lágrima besaba su mejilla y recorría su rostro para morir en sus labios…

Por última vez suspiró… y sí, luego de tantos ires y venires… pudo por fin descansar.