Te escribo sabiendo que no me leerás,
que estas letras te parecerán tontería,
que no es tu estilo... que no te va.
Me pregunto entonces: ¿por qué lo hago?
La respuesta no aflora con facilidad,
pero creo poderla resumir en una palabra:
Inevitable...
¿Cómo evitarlo?
¿Cómo no hacerlo?
¿Cómo dejar de soñarte?
¿Cómo dejar de hablarte?
¿Cómo pedirle a mi corazón que acalle los tambores, que no se estremezca?
He descubierto que ignorarte no es para mi una opción,
que me mueves de los pies a la cabeza...
¿Qué hacer entonces?
Debo confesar que la idea de quererte me asusta,
no obstante, aquí estoy, queriendo verte...
queriendo tenerte cerca...
queriendo conocerte mas...
queriendo que sigas encantándome con tu sonrisa.
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