martes, 19 de agosto de 2014

Mientras por ti esperaba...

Las horas pasaban, y con ellas se diluía mi tranquilidad, esa misma que a la verdad, no había estado presente desde el día en que te vi marchar... 

Sin embargo me las había arreglado para disimular, pues no convenía que nadie (salvo solo por ti en contadas ocasiones), supiera lo mucho que tu ausencia me afecta.

Usualmente no cuento el tiempo que pasa entre un encuentro y otro...entre un beso y el siguiente... pues a la verdad, bien sea poco o mucho el que transcurra, cada segundo en que no estas me parece una eternidad... (lo sé, como buen enamorado, soy un completo exagerado), sin embargo en esta oportunidad, el haber contado los días, las horas y los minutos que restaban para volverte a ver me había sido inevitable, y a la verdad no me hizo nada bien... Esperé, aguardé, esperé más... Luego entonces enfermé, decaí, agonicé...retomé fuerzas y nuevamente esperé... para completar un círculo vicioso que se repitió constantemente las últimas semanas.

Así las cosas, una vez llegado el momento pactado volví a mirar el reloj, y volví  entonces a flaquear, a desesperar...

Aún hoy no le encuentro razón a mi nerviosismo, a mi intranquilidad; si lo pienso bien, te he visto ya miles de veces, y  me conoces mejor que ninguna otra persona en este mundo, debería estar habituado ya a tu encuentro... Y pese a saber que mi emoción habría de ser grande, no me imaginé jamás encontrarme como me encontraba...

Justo al borde de un colapso mis manos temblaban, y mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho... quería gritar...llorar...correr...volar...me hallaba fuera de mi.

Y en ese instante, cuando la angustia de mi se apoderaba te vi llegar...

Inexplicablemente quise llorar, así es...ese fue mi sentir, esa mi sensación...
 Me esforcé entonces  por ahogar en un suspiro todo el sentimiento  que por mis ojos quería escaparse ...

Me fundí contigo en un cálido abrazo que duró lo que dura una eternidad (si, porque exagerado o no, mis momentos a tu lado detienen el mundo, el tiempo, y la vida misma)... y ahí en tus brazos comprendí, que la vida, aunque gris, nos ofrece momentos de incomparable felicidad como ese...

La espera terminó...
La angustia cesó...
Y  mi alma agotada, en tus brazos... su hogar encontró.

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