viernes, 25 de noviembre de 2011

Erase una vez, una historia de amor... (Parte final - "Desencuentro" )



“No hay peor ciego que el que no quiere ver…”


Nuestro enamorado sabía, desde el principio que aquella en quien había puesto sus ojos, la que había robado la tranquilidad de sus noches y le dejó sólo con el deseo del volverle a ver; no era suya y probablemente nunca lo sería, pues su corazón pertenecía a alguien más, y por más que él trató de engañarse a sí mismo, haciéndose creer que aquellos besos habían sido mucho más que pasión, mucho más que deseo…diciéndose a viva voz que el mismo amor que su corazón sentía habitaba en aquella divina dama, no lo consiguió…

Pronto aquel dueño, ausente, pero dueño al fin, había regresado a la vida de su amada, y había reclamado para sí aquello que le pertenecía -el corazón de la Doncella-


“Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡Y se me revelo por qué se llora!,
¡Y comprendí una vez por qué se mata!

Pasó la nube de dolor..., con pena
logré balbucear unas palabras...
y ¿qué había de hacer? Era un amigo
me había hecho un favor... Le di las gracias.”


Si, ya lo sabía… la dueña de sus suspiros había regresado a los brazos de aquel que a quien realmente amaba…comprendió nuestro soñador, y de muy dura manera, que cuando se es joven e inexperto en cuestiones del corazón, tendemos a confundir Deseo y Placer con AMOR, si…él se había confundido y ahora lo estaba pagando...pero ¿Qué de los besos, de las miradas, de las caricias, de los momentos?...tenía que escuchar de labios de ella la verdad…


“Me ha herido recatándose en las sombras,

sellando con un beso su traición.

Los brazos me echó al cuello y por la espalda

me partió a sangre fría el corazón.

Y ella impávida sigue su camino,

feliz, risueña, impávida, ¿y por qué?

Porque no brota sangre de la herida...

Porque el muerto está en pie.”


Ya había escuchado de labios de su musa lo que no quería escuchar, ella dijo adiós  y a él su alma tras ella le abandonó… y empezó a preguntarse entonces, ¿tan poco signifiqué para ella?...


“¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día

me admiró tu cariño mucho más,

porque lo que hay en mí que vale algo,

eso..., ni lo pudiste sospechar…”


Así son las cosas, y no le quedó de otra que resignarse,  aprender a vivir sabiendo que la mujer que siempre soñó, un día cualquiera le miró, al otro día le besó y luego, como si nada  le abandonó…


Difícil, muy difícil de lograr, más aun, cuando en lo profundo de su corazón quedó marcado ese  primer querer, esa primera ilusión…y un día como hoy, cuando creía haberlo superado ya… nuevamente la vio…


“Alguna vez la encuentro por el mundo

y pasa junto a mí

y pasa sonriéndose y yo digo,

¿como puede reír?

Luego asoma a mi labio otra sonrisa,

máscara del dolor,

y entonces pienso: Acaso ella se ríe,

como me río yo…”


Volvió entonces a ocupar su mente y su corazón aquel sentimiento que había dado ya por enterrado, y volviendo a sentir todo eso, que lejos estaba ya de hacerle bien expresó:


“De lo poco de vida que me resta

diera con gusto los mejores años,

por saber lo que a otros

de mí has hablado…

Y esta vida mortal y de la eterna

lo que me toque, si me toca algo,

por saber lo que a solas

de mí has pensado.”


Pero de nada habría de servirle ya el atormentarse, ella había hecho su elección, en nada aprovechaba  el pensar en “lo que hubiese podido ser”…


Mal haría yo, como relator de esta historia, diciéndoles que él la olvido, que encontró otra bella doncella que le hizo sentir cosas aún mayores, y que logró olvidar lo vivido por completo…pues aunque de ésta historia no he sido el autor, me inclino a pensar, que al igual que la mayoría de nuestras historias -las reales- ésta no tiene un final de cuento de hadas…


Me es más dable el afirmar que nuestro soñador amigo aprendió su lección, y muchas noches después de lo vivido expresó:


“¿Quieres que de ese néctar delicioso

no te amargue la hez?

Pues aspírale, acércale a tus labios

y déjale después.

¿Quieres que conservemos una dulce

memoria de este amor?

Pues amémonos hoy mucho y mañana

¡digámonos, adiós!”



By: Prosopopéyico











1 comentario:

  1. Ha sido hermoso el poder reencontrarse poco a poco con la esencia que se creía perdida...
    Al leer estas lineas cerrando los ojos y abriendo el corazón, empieza a aparecer de lo profundo una pequeña criatura que se despierta de un viejísimo letargo, pero que siente emoción de saber que puede salir de nuevo. Lo está haciendo con mucha cautela, pero lo importante es que está comenzando a salir...
    Gracias por ser ese ruido ensordecedor que inevitablemente hace que esa criatura extraña se levante cada día... <3

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