Cantaré para ti, pues con la
brisa vespertina llegan a mí tus recuerdos; invitándome con cada soplo del
viento marino a viajar hasta tu lejano hogar, deseoso de compartir cada segundo
de mi vida a tu lado, por más que me sea imposible.
Cantaré para ti, pues aunque
estas tan distante y lejana, sé que mis
palabras llegarán a tu corazón, pues es el mío y no mi garganta quien te canta,
es mi alma y no mi voz la que tararea tu nombre, tan remoto como tu ser, tan
inmenso como el océano en el que vives.
Cantaré para ti, deseando como
siempre, que la brisa que por la tarde visita este puerto, sea el vehículo perfecto
que haga llegar las ondas de mi tonada, a las profundas aguas en donde vives,
haciendo que mis susurros y mi tararear lleguen a tu oído, y que tu corazón
sienta el llamado desesperado que el mío te expresa.
Cantaré mientras imagino, que en
la lejanía me escuchas, sonriendo al oír
mi torpe pero sentida melodía, que en nada es comparable a la armonía perfecta
que tu voz al viento y el sonido de las olas crean.
Cantaré convencido de que me oyes,
de que me sientes, estando ansioso como siempre por escuchar tu canción, deseoso de que
algún día tu cantar y el mío se encuentren en un punto intermedio, en una nota
sublime, que una nuestras almas bajo la perfecta interpretación de la música
del amor.
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