Cuan
diferentes son hoy los amaneceres.
El
destello de los primeros rayos de luz, sobre las casi estáticas aguas del mar,
no generan ya en mí el mismo encanto.
Alguna
vez alguien dijo que cuando perdemos a un ser querido, una parte de nosotros
mismos se marchita…
Más
a mis ojos ha sido el mundo y la vida misma, la que ha perdido color.
Muchas
son hoy las palabras que a mis oídos llegan, palabras amigas… y otras tantas
escasamente formales, invitándome a sobreponerme, a aceptar…
“Que
ha sido para bien”, dicen muchos con razón,
más
no sé si es amor o egoísmo el sentimiento tan grande que me mueve a quererte…a
anhelarte junto a mi.
Como
no extrañar a aquella que paso incontables noches en vela…solo por velar mí
sueño.
Como
no lamentar la ausencia de aquel ser que
fue más sensible a mi dolor que cualquier otra persona, incluyéndome…
Como
no desearte hoy a mi lado, si desde el primer instante de mi existir, tuve
conmigo tu cálida compañía…
Que
no me diga la gente, que me acostumbre a no tenerte…que me habitúe a no tener a
mi lado a quien fue para mí la persona más importante.
Me
siento mal por mí, no porque haya en mi conciencia cargo alguno; puesto que di por ti y para ti todo cuanto a
mi humano alcance pude brindarte…
Mi
malestar radica en que aun con todo lo que de ti pude aprender…
No
aprendí a no necesitarte…
-En nombre de mi querida madre, a la memoria de mi Hermosa Abuela Ladis Esther Vargas de Pereira, siempre vivirás en nuestros corazones, y por siempre tu amor nos acompañará.-
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